jueves, 31 de enero de 2008

El arte de desaparecer

Era el cumpleaños de José y había una fiesta en su casa, había invitado a muchas personas y la gente se lo pasaba muy bien, pero había una butaca en un rincón en la que había sentada una persona, sola, sin conversar con nadie, sin bailar, sin gritar, sin sonreír… Era Juan, por lo general era una persona activa, bromista, que siempre reía y se lo pasaba bien con los demás, pero hoy no, por un motivo desconocido esta noche se había quedado en un rincón solo y no parecía la misma persona. Era un chico de estatura normal, su pelo era liso y negro, y el flequillo le tapaba un ojo. Por lo general vestía con jerseys oscuros, a veces de grupos de música, y pantalones estrechos. Tenía un aro en el labio y un pendiente en la oreja izquierda. Era muy popular y muchas chicas estaban interesadas en él.

En ese momento sonaba de fondo My Heroine, una canción de Silvetstein, una de las canciones favoritas de Juan. Entonces apareció Elena, una chica morena y muy guapa que era bastante amiga de Juan.

-Hola. No te había visto en toda la noche, ¿Qué tal estás? – dijo ella.

-Bien, aquí descansando un rato de la fiesta.

-No me mientas, llevo un rato observándote, y llevas toda la noche aquí. ¿Estás seguro de que todo va bien?

-Sí, gracias por preocuparte, pero todo va bien, todo el mundo tiene un día chungo, ¿no? – contestó Juan, forzando una sonrisa no muy convincente.

-Está bien, pero si quieres hablar de algo puedes contármelo, venga, voy a dar una vuelta por la fiesta, hasta luego.

-Hasta luego, y gracias.

Entonces ella se marchó con paso lento, como esperando que en cualquier momento Juan cambiase de opinión y le contase lo que le pasaba. Pero no fue así.

Juan se quedó unos instantes más sentado en la butaca mientras los demás se lo pasaban bien, unos instantes que parecieron horas. Entonces, Juan, cansado de su estado de ánimo, se levantó y se dirigió hacia la puerta, y cuando ya estaba girando la manilla para salir oyó que alguien le llamaba:

-¡Juan! ¿Ya te vas? Aún es pronto, quédate un rato más tío

Entonces Juan se giró y vio que era José quien le dirigía la palabra.

-¡Ey! Perdona que no me quede por más tiempo, pero resulta que mañana tengo que despertarme pronto porque tengo cosas que hacer, nos vemos el lunes – le dijo Juan.

-Bueno, si tienes cosas que hacer no te preocupes, ya nos veremos, adiós.



Juan salió y empezó a caminar hacia la salida del jardín, y en un banco del jardín vio a Elena con un chico, entonces Juan empezó a caminar a mayor velocidad para irse de allí lo antes posible, lo curioso es que no sabía porque lo hacía. ¿Sería que Elena le gustaba? No, eso era imposible, siempre había considerado a Elena como una gran amiga a la que contarle sus preocupaciones. Otras veces la había visto con otros chicos y nunca antes le había importado.

Cuando estuvo seguro de que ya nadie podía verle empezó a correr, y mientras lo hacía empezó a llover. Estaba tan mojado que ni se dio cuenta de que estaba llorando, ya que las gotas de lluvia se confundían con sus lágrimas.

Sin darse cuenta llegó a su casa, buscó las llaves, abrió la puerta y se dirigió a su habitación. Sus padres vivían en Argentina, y él vivía solo, aunque frecuentemente recibía visitas de sus amigos. Vivía en un pequeño piso en el que solo había una cocina no muy grande, un baño, un salón, dos habitaciones bastante pequeñas y una minúscula terraza desde la que se podía ver un cielo ennegrecido por la tormenta.

Juan se fue directo a la cama y se quedó inmóvil en ella repasando detalles de su vida hasta quedar completamente dormido. Horas después despertó bruscamente en medio de la noche y salió a la terraza. La tormenta había desaparecido y había dejado tras de si un cielo limpio y silencioso y, mientras observaba ese luminoso firmamento volvió a sumirse en sus profundos pensamientos. Estaba arto de la vida que tenía, una vida sin sentido que no conducía a otro lugar que a un inmenso vacío. Tenía amigos y se lo pasaba en grande, pero en el fondo sentía que no estaba en el lugar adecuado, no podía seguir por más tiempo allí, y entonces sintió una inmensa necesidad de desaparecer, abandonar a toda esa gente que tenía a su lado día a día.

Se fue a la cama y empezó a pensar como desaparecer, se iría a Argentina, con su familia, pero no les diría nada, aparecería de repente en casa de sus padres. Se fue a dormir y, al día siguiente, que era sábado, empezaría a prepararlo todo.

Al día siguiente lo primero que hizo fue encender el ordenador, meterse en internet y comprar un billete de avión a Buenos Aires, se iría el lunes. Hizo las maletas a toda prisa y empaquetó las cosas que no podía llevar con él para que se las llevasen a Argentina.

El lunes siguiente, en clase, todo el mundo se preguntaba donde estaba Juan. José y Elena fueron por la tarde a su casa, pero no contestaba al timbre. Se dieron cuenta de que la puerta estaba abierra y entraron, pero lo que vieron no les gustó, el piso estaba completamente vacío. No había ninguna carta, había desaparecido.

Habían pasado ya 20 años de eso y ahora Elena era profesora. Estaba de excursión con sus alumnos en una pequeña exposición de arte sur-americana y vio un cuadro que la alarmó, era como mirarse a un espejo que rejuvenece, le recordaba a ella misma cuando tenía 17 años. Entonces miró el título de la obra y el nombre de su autor:

“La razón de la huida” Juan Alba Bonet

5 comentarios:

Anónimo dijo...

primo, el final me a encantado... cada vez me gustan más.

Juanra dijo...

Este creo que es de los mejores que tengo. Lo traduciré a catálán (se que perderá mucho) para participar en el concurso literario del insti. El premio del año pasado fue la ostia de pasta en libros, y mi profesora de catalán me ha dicho que escribo demasiado bien, así que supongo que tendré alguna posibilidad de ganar xD

Anónimo dijo...

ououou! pero porque no te curras uno nuevo? a mi megustan mas otros, no seas vago y hazte otro, cuantos más mejor!

Aru dijo...

Ahora en serio, estás en todas partes xD

Me encanta como escribes :)

Rocío dijo...

Encontré tu blog de casualidad, me encanta como escribes y me entretuve mucho leyendo tus testos, imagínate, son las 5:15 de la madrugada y sigo leyendo.

Muchas veces he sentido eso, no por el mismo motivo de tu historia. Pero, no se, esas ganas de "huir" de todo lo que me rodea en el momento e irme al lugar que mas me gusta en el mundo, con lo que mas quiero, me vienen muy a menudo.

Desde Septiembre que no escribes, espero que publiques pronto ;)

Saludos.